Yo soy José María, redactor de laSexta. Trabajo desde hace unos años en el programa laSexta Clave, buscando información y noticias frescas vistas desde un enfoque distinto. Soy una persona muy curiosa y muy preguntona. Me encanta saber más del mundo en el que vivo y, quizás por eso, soy tan hablador.

Hola, yo soy Guillermo. Trabajo en el departamento de Multimedia de Atresmedia, concretamente en Redes Sociales y Gestión de Comunidades. Llevo en la empresa casi dos años y me apunté a este reto casi como algo del destino ya que no lo tenía contemplado, pero de repente llegó la oportunidad y dije: «¿por qué no?». Me considero una persona que siempre está por la labor de aportar algo al círculo en el que esté y a la que una de las cosas que más le gusta es hacer sentir bien al resto. Quizá por eso me apunté a este voluntariado, para ayudar al resto y hacerles sentir un poco más felices. Entre mis hobbies está leer, la televisión, el cine. Cada vez me gusta más el mundo del vino (lo cual puede que tenga que ver con que vengo de tierras de mucha tradición) y el deporte.

En un principio íbamos a ser cuatro en este viaje, pero diferentes acontecimientos han hecho que al final solo seamos dos los que puedan disfrutar de esta oportunidad. Por eso desde aquí queremos tener un recuerdo con nuestros compañeros Dioni y Alba y decirles que este viaje también es el suyo.

¡Comenzamos!

Llegó el día. Después de tanto pensarlo, de altibajos y de algunas reuniones llegó el momento de coger el tren y poner rumbo a una experiencia desconocida y novedosa a la que íbamos con muchas ganas. ¡Nos íbamos de voluntariado con ACCEM!

El día comenzó algo “mal”: teníamos que madrugar. A las 6:50 salía nuestro tren desde Atocha. El viaje fue bastante ligero. A pesar de las 5 horas que teníamos por delante, estuvimos durmiendo la mayor parte del trayecto porque la noche anterior apenas habíamos conseguido pegar ojo por los nervios. Cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos en Cartagena. Daba comienzo la aventura.

Lo primero que hicimos nada más llegar como buenos señores fue tomar algo. Llegábamos hambrientos así que desayunamos al lado de la estación en un pequeño bar donde pudimos hacer la primera toma de contacto con los que serían nuestros vecinos los próximos días. Allí hablamos con unos niños, Samuel y Daniel, con los que tuvimos una entrañable charla sobre el objetivo de nuestro viaje. La charla fue como un augurio del tipo de gente que nos encontraríamos: gente amable y abierta dispuesta a darte de todo sin conocerte.

Una vez instalados, fuimos a conocer brevemente la ciudad antes de que nuestras anfitrionas, María e Ylenia, llegaran para llevarnos a comer a un sitio espectacular.

Por ahora no vemos visto mucho de Cartagena, pero nos hemos encontrado una ciudad humilde y agradable rodeada de cinco cerros que dan personalidad a la ciudad y situada frente al puerto que baña toda su costa.

María e Ylenia nos llevaron a comer a un sitio llamado El Chalé, es un restaurante situado cerca del Faro de Navidad y que ofrece una vista privilegiada del puerto de Cartagena. Entre Marineras, Arroces al Caldero y alguna que otra bebida para calmar la sed, nuestras nuevas compañeras nos pusieron al día de la labor que realizaban en ACCEM. Ambas habían sido compañeras en el mismo dispositivo (es como llaman a los diferentes programas que lleva a cabo la entidad), sin embargo, con todo lo ocurrido con Ucrania habían tenido que readaptar todo y las separaron. Ahora mismo, María se encarga del dispositivo situado en San Pedro de Pinatar y que se encarga de dar refugio a familias provenientes de Ucrania. Mientras tanto, Ylenia es la coordinadora del CEDIES, el centro de día de Accem en Cartagena, y que se encarga de dar una respuesta integral a las necesidades que vayan surgiendo. Se trata de un puesto muy importante aunque también exigente, puesto que las situaciones a las que se enfrentan cambian cada día y requieren muchas veces de respuestas inmediatas que cuesta mucho atender. Sin embargo, siempre lo hacen con una sonrisa y la mejor de sus intenciones, que al final es lo importante.

Tras una comida y charla maravillosas, dejamos a Ylenia y fuimos a la Residencia que disponen en el centro de la ciudad. Con motivo de nuestra visita han organizado bastantes cosas muy interesante, y una de ellas era una gymkana. Antes de ponernos a preparar todo lo relacionado con esta actividad, conocimos a Kenia, una joven que se encarga de gestionar este alojamiento dedicado a dar techo y comida a familias ucranianas que llegan huyendo de la guerra y que enseñó las instalaciones y todo lo que hacen. Además, tuvimos una reunión con Alejandro, que es el coordinador general de voluntariados de ACCEM. Con él estuvimos charlando sobre la entidad, su historia y todos los proyectos que hacen. Fue muy estimulante conocer de cerca cómo funcionan este tipo de organizaciones y ver que detrás de todo ello hay intenciones reales que ayudar a la gente.

Una de las cosas que más nos llamó la atención fue saber que ACCEM nació gracias a la Conferencia Episcopal y que en principio estaba dirigido a personas solicitantes de asilo, inmigración y protección internacional. Con los años, ACCEM se separó de la Conferencia y a partir de la crisis de 2008 comenzaron a prestar sus servicios también a usuarios nacionales pasando a dedicarse al cuidado, protección y amparo de toda aquella persona en exclusión social sin importar su procedencia o raza.

Antes de terminar el día, estuvimos organizando la gymkana. Uno no es consciente de todo el esfuerzo y dedicación que supone. La gente de aquí hace lo imposible para intentar animar y ayudar a las personas a las que prestan ayuda. Todo ello con un presupuesto limitado que muchas veces les hace tener que ingeniárselas para poder sacar adelante sus proyectos. La gymkana es una actividad que se hará entre Cartagena y Roquetas de Mar y que está dirigida a niños y niñas de Ucrania, para fomentar la cooperatividad y la inclusión de los más afectados por la guerra. Tiene muy buena pinta y, la verdad, que tenemos muchas ganas de ayudar para que los más pequeños disfruten y se olviden de su situación.

Una vez cerrados los aspectos más básicos (tendremos más reuniones), se acaba el día. Nos despedimos de todas y de María, también. Nosotros dos nos vamos a procesar todo lo que hemos vivido. Se vienen días intensos. Esto solo ha sido una toma de contacto, pero hay mucho que hacer, pero también hay muchas ganas de ayudar.