Algunos empezaron a venir porque les dan de comer: vaso de leche, plátano y un platito de arroz. Suficiente para ahorrar a sus familias al menos una comida al día. Alimento del físico, aunque aquí, ya dijimos, importa sobre todo el otro, el alimento intelectual.
S, A, T. Son las letras que tocan este mes. Los mayores, que tienen entre 4 y 5 años, aprenderán a escribirlas y a construir palabras. Sun, Apple, Tall. Los más pequeños solo a pronunciarlas y a identificar algunos objetos muy concretos, con sus colores: red, yellow. Lo que mejor saben es contar, hasta 20, de momento. Pero 20 es un número amplio: 1 pizarra, 2 cuadernos, 1 lápiz y 1 pizarra apenas suman 5. Las cinco cosas probablemente más valiosas que han conocido.
La lógica que hemos aprendido señala que lo primero que hay que hacer al llegar al aula es quitarse la mochila, colgarla en la silla y tenerla siempre abierta para poder sacar fácilmente lo que uno va necesitando durante la clase. Pero aquí no. Aquí es distinto.
El primer día nos dimos cuenta de que, la mayoría, jamás la suelta, ni aunque intentes convencerles con un pequeño juego. La vida entera, en una mochila. Se aferran a ella como si guardara un tesoro. Y realmente, quizá sea así.
Lok Seva Sangam, la ONG local que promueve el proyecto, abrió su primera escuela en el slum de Govandi hace 25 años. Entonces, todas las calles que hoy lo conforman en un desordenado mosaico de comercios y viviendas precarias eran un enorme vertedero. Sus habitantes sobrevivían, y muchos aún hoy lo hacen, recolectando basura y reciclando lo que se puede reaprovechar de entre los desechos.Y en ello se emplea toda la familia, niños incluidos. Cuantos más niños, más manos para trabajar.
La primera tarea de esta ONG en Govandi fue convencer a las familias de la importancia de que envíen a sus niños a aprender inglés, porque eso les abrirá la puerta a trabajar en hoteles, taxis, restaurantes y otros servicios. A tener un sueldo quizá decente. A tener mejores casas. Lejos del slum, de la basura, de la miseria, de la droga y de la delincuencia.
Ese es el objetivo. Y el mensaje va calando. Aunque el cambio no opera de la noche a la mañana, hay pequeños milagros y el más visible es el caso de varias de las profesoras de inglés que ahora imparten clases en el centro. Años atrás, ellas también llegaron a la escuela de Look Seva Shagam. Con su mochila, sus dos cuadernos, su lápiz, su pizarra y alguna tiza.
Escrito por Asunción Salvador. Bombay, 8 de agosto de 2019